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jueves, 1 de julio de 2010

Demasiados periodistas antes, pues ¿ahora?

Recuerdo cuando estudiaba la carrera (hace ya más de una década) que había un comentario circulando por la Facultad. No sé si eran datos contrastados o puro chismorreo, pero caló entre los compañeros y en mí, por supuesto. Según decían, la suma de todos los recién licenciados de las facultades de periodismo en España, en un año, ocupaba la demanda de profesionales durante diez años de toda Europa.
Con esta cifra más de uno decidió abandonar la Universidad y prepararse una oposición. Evidentemente, la gran mayoría continuó hasta finalizar, para darse cuenta posteriormente que si no era completamente cierto el comentario, se asemejaba mucho porque el panorama laboral era devastador.
¿Qué está pasando ahora? El periodismo concebido como tal, ha salido de las aulas y se ha materializado en cada uno de nosotros. Todos somos periodistas. No sólo a los que nos otorgaron el título. Cuando digo a todos, me refiero a cada uno de los seres humanos. La pluralidad y la accesibilidad a los medios ha proporcionado este "plus de acción".
Todos podemos escribir, todos podemos fotografiar, todos podemos grabar. Hasta ahí, perfecto. Pero es que la segunda parte es: todo puede ser publicado, todo puede ser fotografiado, todo puede ser emitido. La verdad y la NO verdad.
Recuerdo siempre el temor que tenía al principio frente a una hoja en blanco, me sincero al decir que aún lo sigo teniendo. Ese momento de cierta presión porque eres consciente que lo que estás haciendo es importante. Así te lo han hecho ver y así lo estás viendo tú.
La responsabilidad de un periodista cuando escribe para ser leído, y no por puro deseo de emborronar, te obliga a reflexionar sobre el contenido de lo que vas a poner en el papel. Reconocer lo que es importante y lo que no. Lo que es de interés público y lo que no. Lo que puedes contar y lo que no.
Siempre se ha puesto en tela de juicio la objetividad, la contrastación de la información, ... y otros factores que parecían ser intrínsecos a nuestro devenir profesional. Pero, ¿ahora? parece ser que eso ha quedado relegado a un segundo o tercer plano. Todo vale. En una aldea global (recuerdos a McLuhan) que más parece una casa de vecinos -y no por la proximidad, sino por la tendencia al cotilleo- el concepto tan etéreo de interconexión humana, se ha perdido. No hay cordura, ni responsabilidad, ni nadie asume el peligro y coste de este barco a la deriva.
Lanzo una pregunta al vacío sabiendo que para ello no existe una respuesta objetiva, o por lo menos, en la actualidad no la hay. ¿Cómo se controla este auténtico descontrol?
Dejo para otra entrada y otra reflexión, cuáles son las verdades consecuencias de este desorden, de este desmadre.

1 comentario:

  1. Estoy en la línea de ello, el periodismo ha dejado de ser lo que nos hicieron estudiar. Nerea

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